Hijos de la Tierra
Clan del oso cavernario
27
—Pero, Ayla, yo no soy como tú. Yo no sé cazar. ¿Adónde iré cuando oscurezca? —imploraba Uba—. Ayla, tengo miedo.
La cara asustada de la joven inspiraba a Ayla el deseo de ir con ella. Uba no tenía aún ocho años y la idea de pasarse los días sola lejos de la seguridad de la cueva la aterraba, pero el espíritu de su tótem había liberado batalla por vez primera y así debía ser; no quedaba más remedio.
—¿Recuerdas la pequeña cueva en que me escondía